09 octubre 2006

Cantando las Cuarenta

Corre por internet un decálogo de las situaciones que demuestran que uno ya tiene una edad. Que si te acuerdas de los payasos de la tele, de Heidi...
Esta mañana he tenido la oportunidad de irme haciendo a la idea de que me acerco a los 40.

He ido a ver el primer partido de la liga ACB de baloncesto del Wintertur-FCB Barcelona. En el mismo día en que se celebraba el homenaje a Nacho Solozábal, uno de mís ídolos del bàsquet en la época en la que yo todavía tenía ídolos.

Allí estaba el propio Nacho, Chichi Creus, Epi, De la Cruz, Romay, Lolo Flores, Norris, Davis, Ferran Martínez, ¡¡Brabender!!... Jolín, de este último no se acuerda ni mi hermano, pero yo sí. Allí estaban, riendo, guiñándose el ojo como viejos cómplices que saben lo que el otro está pensando con solo mirarle y verle sonreir.

Intentaba explicarles a mis hijos que estos nombres me hicieron disfrutar y sufrir mucho víendoles jugar, allá por los 80, cuando no existía la línea de tres puntos. Algo así como cuando mi padre me explicaba como le gustaba oir la música de Antonio Machín en la radio.
Como un adolescente, les he pedido autógrafos, les he hecho fotos y los he tocado como lo hacía cuando conseguía bajar a la pista y cruzarme con ellos.

Al entrar en el Palau Blaugrana (hacía unos 20 años que no lo hacía) me he dicho aquello de "¡como pasa el tiempo!". Ese tiempo que no volverá, que queda en el recuerdo y te emociona recordar, pero que no volverá.
Y al acabar el partido, emocionante partido con derrota local incluida, he caído en el pensamiento facilón que expresa eso de "cualquier tiempo pasado fue mejor".