02 marzo 2008

Mi niña

Yo tengo una hija que ha nacido en esta tierra, en mi tierra, en su tierra.
Una niña que crece feliz porque sus papás tienen trabajo, una vivienda digna y ella una educación también digna.
Una niña que puede ir al médico gratis, igual que su amiga que vive en un pequeño pueblo del occidente español. También es feliz, a pesar de que sus padres decidieron que fuera a una escuela pública, donde el dinero no hace diferentes a los niños, y donde todos tienen las mismas oportunidades, con independencia del color de la VISA de su padre, del color de su piel o de la fe que profesan.

Yo quiero que mi hija crezca en un país en el que no se siembre la discordia y en el que la lengua que hablas no te haga parecer raro.
Yo quiero que mi hija vaya a la Universidad y que tenga acceso a una beca. Quiero que si puede, pueda.
Quiero que si trabaja de funcionaria no le congelen el sueldo y que si gana mucho dinero, pague muchos impuestos. Y que si gana poco, tenga derecho a una vivienda digna.
Quiero que viva en un país donde ser mujer no sea un impedimento para crecer, un país donde se luche por romper las barreras de la discriminación y la violencia. Donde ser mujer no sea un peligro para su integridad.
Quiero que si se enamora de una camarera nacida en otra parte del mundo, con otro color de piel y con otro acento, no sienta vergüenza porque unos politicastros de mierda piensan que su amada no sabe hacer bien el café.
Y quiero que si se quiere casar, pueda. Y si no se quiere casar, también pueda.
Quiero que si su tiene o adopta un hijo con alguna malformación, la ciencia estudie como sanarle, sin que la hipócrita moral de los obispos se lo impida. Y que si quiere abortar, lo haga.
Pero quiero que viva tranquila porque si a su padre le hace falta ayuda cuando sea mayor, la tendrá, y no dependerá exclusivamente de ella. Que cuando se jubile o se quede viuda, tenga una pensión más que digna.

Yo no quiero que a mi hija le enseñen la palabra de Dios en la escuela, porque esa palabra la tiene que sentir dentro de ella. No quiero que viva en un lugar donde los curas mandan en el Gobierno.
Yo no quiero que mi hija viva en un país que fomente la guerra y no busque la paz.
Yo no quiero que mi hija viva en el país de las mentiras.

Mi hija todavía no puede decidir el destino colectivo de su país. Pero yo si puedo.
Y yo puedo evitar que vuelvan los tiempos de la guerra, de la mentira institucional, del enfrentamiento, del odio, de la discriminación, de la xenofobia política, de la brecha social, de la universidad de élite, de la sumisión al poder americano.
Yo puedo hacer que sigamos avanzando.

Por eso yo, el día 9 iré. No quiero que ellos vuelvan.