29 marzo 2011

La Pili

Me han dado el día, y posiblemente la semana y algo más. A mediodía me han dicho "la Pili se ha ido".


No, no es verdad, a "la Pili" se la han llevado. Se la ha llevado la puta peste del siglo XXI, la maldita enfermedad de la que parece que nadie se salva.


Sé que en mi vida cotidiana dejaré de tenerla presente, como he dejado de tenerla en los últimos diez o quince años, los que llevaba sin verla.

Y no la volveré a ver.

Mañana lloraré en su entierro, murmuraré maldiciones paganas mientras le dedican plegarias de paz eterna y me enfadaré con el mundo entero por permitir tamaña injusticia. Por eso quiero dejar su nombre y su recuerdo grabado en el ciberespacio.


Recuerdo a una niña grande, a una joven guapa. Con esa hermosura sencilla, como toda ella, en la que nada destacaba pero de la que todo gustaba.

Creo que hubo una época en la que me gustó mucho, hace muchos años, cuando éramos todavía adolescentes con algo de acné y sin carné de conducir. Y lo supo, porque nunca se lo dije, mitad por vergüenza mitad por convencimiento de que no me haría caso y otra mitad por el miedo a perder su amistad si pretendía su piel. Y seguro que a ella le valió la pena y a mí también.

La recuerdo amiga de la chica que me quitaba el sueño y la imagino su confidente. ¡¡Cuántas risas a costa de tanta impericia juvenil!!


Sé que tus amigos te adoraban y no me imagino enemigos en tu vida, porque eras de buena pasta y en la buena pasta no cuaja la maldad.


Pili, Pili Sánchez, no te salvarás de que "te pida de salir" cuando nos veamos en el cielo (mi amigo lo intentó y nunca le guardaste rencor). Con los permisos necesarios.


Un beso y muchas lágrimas.