01 febrero 2006

PARTICIPAR O DECIDIR


Sé que lo que voy a escribir será para muchos políticamente incorrecto, pero...

Ayer asistí a la reunión del Pleno del Ayuntamiento de mi ciudad.
Quiero decir que hace muchos años que mes a mes asisto a estas reuniones, en las que se discuten y deciden muchos asuntos que nos afectan directamente a todos cuantos vivimos en sus casas y disfrutamos de sus espacios. Y quiero decir que siempre he sentido admiración por las 21 mujeres y hombres que, al menos una vez al mes, tienen que tomar decisiones no siempre comprendidas, muchas veces criticadas y algunas veces absolutamente y objetivamente equivocadas.

Desde hace unos 4 años, es común que en las reuniones del Pleno intervengan representantes de entidades vecinales, para expresar las quejas de sus representados o para solicitar tal o cual intervención municipal. Debo aclarar que últimamente las reivindicaciones vecinales se han ido sustituyendo por simples críticas políticas, a mi entender impropias y sospechosamente calcadas a las críticas políticas de determinado partido, pero ese es un asunto que daría para otro comentario más extenso.
Como decía, las intervenciones de representantes de entidades es cada vez más común. Hasta aquí, todo es razonable. Pero lo que no puedo entender es lo que pasó ayer. Me explico.
Una entidad hace una solicitud al Pleno para que se actúe de determinada manera sobre el territorio (la concreción es innecesaria, pero aclararé que versaba sobre el transporte público y el futuro recorrido del tranvía). Y pide, de manera expresa que se convoque una consulta popular para que el Ayuntamiento actúe en el sentido que "el pueblo" se exprese.
Ante la negativa -no recuerdo si expresa o tácita- del gobierno municipal, el portavoz de la entidad lo acusa de antidemocrático y manifiesta que esa actitud es una burla a la democracia.

Vamos a ver. La democracia implica varias cosas: una, que todas las opiniones son legítimas, TODAS, también la de los políticos; otra, que toda actuación política debe hacerse con respeto a las normas que EL PUEBLO, de forma directa o por la vía representativa, ha dictado. Y esas normas dicen que los representantes del PUEBLO en el municipio son los concejales, DEMOCRÁTICAMENTE elegidos por sufragio universal. Dicho de otra manera, con todo el respeto del mundo y para que nadie se confunda, a mi me representan en la institución los 21 concejales que ayer se reunieron y no uno o cincuenta presidentes de una o cincuenta entidades a las que uno se puede adherir o no.
Pero es más. Me niego a tener que decidir sobre aspectos complejos de la gestión de la ciudad. Quiero opinar, pero no decidir. Para decidir ya elegí -elegimos-. Esa es la diferencia entre la participación (opinión, trabajo conjunto, toma en consideración de las inquietudes de la sociedad...) y la dictadura del proletariado (?).

No quiero un sistema político asambleario. Me gusta el sistema representativo, que debe mejorar y evolucionar hacia un sistema más participativo, pero que no tiene nada que ver con un sistema basado en la ley del más gritón.

Claro que pensándolo bien, deberían convocarse referéndums para decidir las subvenciones a conceder a las entidades o para decidir si deben poder usar tal o cual local público.