03 diciembre 2008

Cuando todo tiene un nombre y no me valen los eufemismos

Dicen que los malos periodistas utilizan los adjetivos para poner énfasis a las noticias que dan.
Pedro Piqueras es un buen ejemplo de esa escuela (lo de buen o mal periodista lo dejo para otro momento, pero trabajando en la cadena que trabaja...); hace pocas semanas le contaron los adjetivos que utilizaba en sus crónicas y sumanban más que las preposiciones.

Y la verdad es que no hace falta adjetivar tanto, cuando todo se puede sustantivar. Todo tiene un nombre, hasta lo que todavía no existe.

A veces nos enfrascamos en largas definiciones de una situación, una emoción o una opinión, cuando todo se puede resumir en una o en unas pocas palabras.

Yo oí de un señor que "tenía la costumbre de no cumplir con sus deudas". Yo a eso le llamo MOROSO.
El "poco dado a esforzarse por encontrar trabajo" se llama GANDUL.
El mentiroso es mentiroso sea cual sea la razón por la que miente. Y no se es mucho o poco mentiroso, sólo se puede ser mentiroso por tiempo indefinido o con contrato temporal.
La ZORRA es zorra, sin más definición.
Los celos son celos, y no "obsesión por la posesión".
Una relación es una relación. No existen relaciones abiertas o cerradas. Si no es cerrada no es relación, así que no caben calificativos.
Amar es amar, se ame como se ame.

Así que, con el moroso a los juzgados.
Con el gandul, al hoyo.
Con el mentiroso..., bueno, allá cada cual. Se puede tolerar, olvidar y hasta perdonar.
Con la zorra ni agua.
Con los celos, paciencia y sinceridad.
Con las relaciones, cuidadín.
Con el amor... si lo supiera no lo diría, que acabaría con la poesía y los poetas.

Y con lo demás, menos eufemismos, menos liantismo y más emoción.